Discordia, misterios y secretos
Me encontraba sentada en una hamaca de una bonita
plaza. Mis manos se aferraban a la cadena mientras miraba a mí alrededor. Los
rayos del sol no me permitían ver muy lejos, por lo que decidí apreciar lo que
había cerca, niños jugando, padres mirando a sus hijos sonrientes, abuelos
sentados
en los bancos charlando y riendo, perros moviendo sus colas mientras sus dueños los paseaban.
en los bancos charlando y riendo, perros moviendo sus colas mientras sus dueños los paseaban.
Sonreí al ver la escena y recordé cuando mis padres
me traían a la plaza de pequeña.
— Para ti. — Escuché una voz y
vi de donde provenía. Un niño de unos cinco años aproximadamente, tenía una
pequeña flor tendida esperando a que yo la reciba.
Sonreí nuevamente y la tomé.
— Gracias.
— Dije, mientras el pequeño con sus grandes y adorables cachetes que se
sonrojaban me miraba con ojos curiosos y brillantes.
— Tengo más… — Susurró
mientras me hacía un gesto para que lo siga.
El niño comenzó a correr y yo fui detrás de él.
Seguí sus firmes pasos por el césped y podía oír su dulce risa.
— ¡Date prisa, estamos cerca
del jardín! — Gritó mientras yo lo seguía.
Miré a mí alrededor y noté que la plaza había
quedado atrás. Ahora nos encontrábamos en un bosque.
— ¡Creo que te equivocaste de
camino! — Grité a la nada, porque había perdido de vista al niño.
Caminé dos pasos y volví a ver su pequeña figura
corriendo mientras me señalaba un lugar. Noté que en sus manos llevaba la flor
que me había dado. Ni siquiera me di cuenta el momento en que me la quitó.
Corrí nuevamente para llegar hasta él, pero cuando
estoy solo a unos pasos el niño desapareció, y me encontré con unos conocidos
ojos verdes. Lucas me sonreía, pero su sonrisa me hizo retroceder unos pasos.
Noté su mano y no tenía ninguna flor, pero si tenía
la cadenita que mi padre me había regalado cuando cumplí los dieciséis.
Él comenzó a correr y desapareció por el bosque
dejándome sola…
####
Unos ruidos hicieron que
despertara…
— ¿Al? —
Dije mientras abría los ojos, miré el reloj y noté que eran las 2:47 am.
Me levanté y sin hacer ruido
abrí la puerta de mi habitación, sentí una fuerte punzada en la cabeza al ver
la luz encendida, creo que tengo una fuerte resaca, aún siento mi estomago
revuelto.
Traté de mirar a través del
pasillo pero no logré ver nada, solo veo la puerta abierta, al parecer Al salió
del departamento y probablemente esté afuera.
— Necesitaba
saber si ella llegó bien. —Escuché la voz de Lucas y me
tensé recordando el sueño.
— Oye, no es buena idea que estés aquí, debes irte... —
Me apresuré a llegar a la puerta y me encontré con mi amiga cruzada de brazos y a Lucas del otro lado.
— Llegué bien, deberías irte Lucas. — Dije.
El me observó asombrado, y por un momento había olvidado como estaba vestida. Mi piyama consiste en una remera vieja con un Mickey Mouse dibujado, mi pelo seguramente estaba revuelto, y ni siquiera quiero saber como se debe ver mi rostro.
En cambio él era todo lo
contrario a mí, estaba fresco, con su pelo revuelto pero de manera natural y
perfecta, llevaba la misma ropa que hace unas horas, excepto por la remera,
debió cambiársela.
Me puse a pensar que este no
es el mejor momento para pensar en mi aspecto.
Lucas miró hacia el piso y
puso sus manos en los bolsillos de sus jeans, luego me miró por unos segundos
pero después asintió y salió disparado por el pasillo que conduce las escaleras.
Al me miró entrecerrando los
ojos y sé que está pensando y analizando toda la situación. Aún así no dijo
nada.
Suspiré y entré al departamento.
— ¿Estás bien? — Preguntó.
— Si. — Le dije y sonreí como pude.
Entré a mi habitación, me tiré en mi cama y me dormí al instante.
Para cuando abrí mis ojos el
reloj decía que eran las 10:45. Me perdí casi todas las clases pero era muy
evidente que no pensaba asistir el día de hoy.
Para mi sorpresa mi amiga si
fue a sus clases, me dejó una nota diciendo que no quería despertarme, y que
nos veíamos a la tarde.
Tomé mi celular y vi que tenía
varios mensajes, casi todos eran de Ian, olvidé mencionarle que no asistiría a
clases, seguro habrá pasado por mi.
Soy un desastre, me estoy
convirtiendo en un jodido desastre.
No quise mirar los mensajes de
Lucas pero tampoco los borré, supongo que más tarde los leería para poder
torturarme a mi misma antes de irme a
dormir.
Decidí que mi mejor opción
para empezar el día era ducharme. Una vez cambiada, pensé en maquillarme
tratando de borrar todo lo de anoche.
Tomé mis cosas y salí directo
a la librería.
A penas puse un pie en mi
lugar de trabajo mi gerente dijo que debía hablar conmigo.
¡Mierda!, tengo un mal
presentimiento, además siento que por alguna razón no le caigo muy bien.
Fui hasta la oficina y sentía
mis nervios apoderándose de mí. Tom se sentó y comenzó a buscar algo en unas
planillas, luego me miró una vez más.
— Puedes sentarte. —
Dijo señalando la silla.
Asentí y tomé asiento, no sé porque presiento que este será mi último día aquí.
— Supongo que sabes perfectamente que mi padre me dejará a cargo de la librería. — Dijo sin una pizca de arrogancia.
Me sorprende que esté hablando
del futuro de la librería conmigo.
— No lo sabía. —
El enarcó una ceja y sonrió.
— ¿Enserio? Creí que
ya era noticia para todos. En fin, el tema es que las cosas cambiarán aquí. —
Dijo y tragué en seco.
Me va a despedir lo sé. Una vez que esté a cargo de todo me despedirá, y quizá ni siquiera pueda volver a pisar esta librería, tal vez pongan un cartel con mi foto prohibiendo la entrada…
Traté de silenciar a mi
dramática conciencia pero era imposible, Tom me seguía mirando esperando alguna
respuesta, pero no tenía nada para decirle, solo podía esperar a que me dijera
lo inevitable.
— ¿Marlene? ¿Escuchaste lo que te dije? —
— ¿Qué usted quedará a cargo? —
— No me trates de usted, solo tengo veinticuatro años. —
Dijo. — ¿Qué dices de mi propuesta? —
¡Mierda! ¿Qué propuesta?
Estaba tan nerviosa pensando que hacer con mi vida si me despedían de mi
trabajo que ni siquiera escuché lo que me dijo.
No quería preguntar qué era lo
que me estaba diciendo, quedaría como una idiota, además si me despiden quiero
irme tratando de pasar la menor vergüenza posible. Comencé a mover mis manos en
mis rodillas, y no hacía contacto visual con mi gerente, estaba bastante
nerviosa. Antes de abrir la boca para decir cualquier cosa él dijo.
— ¿Te sorprendí verdad?, estarás en mi antiguo puesto como
prueba durante algunas semanas. Si te va bien y puedes con el nuevo cambio de
horario te quedarás ahí. ¿Qué dices? —
— ¿Tu antiguo puesto? — Pregunté incrédula.
— Si, como gerente. Decidí empezar contigo porque a pesar que
estás hace poco tiempo, siempre fuiste organizada, responsable y entre
nosotros, me agradas más que los demás empleados, sin menospreciar a nadie, por
supuesto. — Dijo y creo que mi mandíbula llegaba hasta el piso.
— Esto es increíble, creí que ibas a despedirme. — Dije sin
pensar y me golpeé mentalmente.
— ¿Por qué iba a hacer eso? — Se puso serio al instante pero
después de unos segundos comenzó a reírse como un maniático. Me relajé un poco
y decidí reírme también. — Debo recordarte que estás a prueba, tengo que darte
tus nuevos horarios, y si todo marcha bien, te quedarás como gerente, sino puedes
vuelves a tu antiguo puesto. —
— Vaya, ¡Gracias por la oportunidad! — Dije sin poder ocultar
mi emoción.
Continuamos hablando del tema. Me informó que antes de salir prepararía una planilla con mis nuevos horarios. Soy una suertuda, no puedo perder esta oportunidad, es muy buena.
Salí de la oficina con una
sonrisa de oreja a oreja y la tarde se me pasó volando.
Tal y como lo prometió, Tom me
entrego mis nuevos horarios. Crucé la calle y entré a la cafetería para poder
organizar nuevamente mi semana.
Noté que mis nuevos horarios casi
no coinciden con mis cursadas. Probablemente tenga que dejar alguna clase, y sé
que me arriesgaré a perderla con tal de tener oportunidad como gerente.
De todos modos esto no parece
real. Aún espero despertar de mi sueño en cualquier momento.
La semana se me pasó volando y hace dos días
comencé con mi puesto de gerente. Me llevé malas miradas de algunos compañeros,
supongo que al igual que yo están sorprendidos de que Tom me considerada para
suplantarlo.
Mi semana sigue casi igual, sigo sin trabajar los
fines de semana, incluido los viernes, que de vez en cuando debo visitar la
librería central, que me queda un poco más lejos, aún así estoy muy feliz. Me
siento literalmente en una nube.
Después del trabajo quedé en verme con Ian en una concesionaria de autos usados, le pedí
ayuda a él, porque conoce bastante de autos. Mi papá no pudo venir a ayudarme, dijo que debía hacer horas extras en su
trabajo.
— Buenas tardes — Dijo un
hombre de bigotes que venía limpiando sus manos en sus pantalones.
— Hola, buenas tar…—
— No me digas nada… — Me
interrumpió. — Quieres un super auto, moderno, para salir de fiesta, etc…— Hizo
un gesto con sus manos mientras me miraba sonriente.
Comencé a reírme. — Solo uno
que funcione y me lleve a todos lados sin dejarme tirada en ninguna calle. —
Respondí.
— Lo siento, pero la mayoría
de los jóvenes piden un auto que sea veloz, cool…— Quise reírme cuando dijo
“cool”, algo en su manera de decirlo me causó mucha gracia. No es muy común ver
a un hombre de unos cincuenta años con su camisa entreabierta dejando ver su
peludo pecho hablando en esos términos. — En fin. Vengan por aquí. — Dijo.
— Es que tú no eres como la
mayoría. — Susurró Ian, y le di un pequeño codazo. Sé que no se refiere a que
soy “especial” sino que lo dice porque soy muy rara a veces.
Después de mirar infinidades de autos, encontré un peugeot
207 rojo a buen precio. Además Ian dijo que el motor y todo el interior del
auto estaban perfectos y creo en él, así que cerré mis ojos y entregué mis
ahorros al hombre bajito de bigotes.
— Gracias por acompañarme. —
Le dije mientras manejaba mi auto.
— No fue nada, ¿Qué harás hoy?
— Preguntó.
— Para ser sincera quiero
llegar a casa y dormir hasta el lunes. —
— Yo saldré hoy con Sofía, quiere ir a un
karaoke. — Rodé mis ojos. — Puedes venir si quieres… —
— ¿Un karaoke con ustedes dos?
Suena super divertido. —Hablé con sarcasmo. — Debo ver qué planes tiene Al. —
Él se quedó en silencio y continué.
— No volvieron hablar, ¿Verdad? —
Negó con la cabeza.
— Es lo mejor, al menos por
ahora Lene. —
— Piensa lo del karaoke, será
divertido… Y no seremos solo nosotros tres. —
— De acuerdo te avisaré. — Le
dije sonriendo. A pesar de que no tengo ganas de ver a Sofía, tengo muchas
ganas de salir con mi amigo y la idea de un karaoke me entusiasma.
Después de dejar a Ian, decidí volver a casa.
Aldana aún no llegó, y no tengo la menor idea de donde debe estar.
Tomé mi celular y no tenía ningún mensaje. Lucas no
volvió a escribirme desde que le dije que se fuera. Sus últimos mensajes eran
preguntándome si había llegado bien y regañándome por haber bebido en la
fiesta.
Muero por verlo y por llenarlo de preguntas. Miré
mi celular y dudé en llamarlo, pero preferí ir directo a su casa.
Antes de estacionar el auto pude ver a Lucas en la
entrada, como de costumbre estaba con el ceño fruncido y con el celular en sus
manos.
Estacioné el auto y bajé rápido para enfrentarlo.
Esto será muy difícil, pero necesito hacerlo ahora.
— Lucas. — Dije y él levantó
la vista del celular. Al parecer estaba asombrado de verme.
Me quedé sin palabras, se ve tan lindo como siempre,
y puedo oler su agradable aroma a menta a pesar de no estar tan cerca.
Deje de mirarlo como si estuviera a punto de comerlo
y traté de concentrarme. Aclaré mi garganta y dije.
— Creo que debemos hablar…—
— Marlene, no sé si es el
momento. — Dijo mirando para ambos lados.
— ¿Qué?, ¿Por qué? — Me sentía
estúpida… De nuevo.
— ¡Dubois! — Gritó una voz
masculina y ambos miramos de donde venía.
Era Eric, venía con una enorme sonrisa en el rostro. Saludó a Lucas con la mano y al instante se dirigió a mí.
— Hola Marlene. —
— Hola. — Dije sonriendo
educadamente. La situación era tan incómoda. Yo solo vine a charlar con Lucas
para que me aclare unas cuantas cosas, y ahora aparece su amigo con una sonrisa
de oreja a oreja.
— Desapareciste el otro día. —
Dijo.
— Solo pasé un momento, las
fiestas no son lo mío. — Dije mirando a Lucas que se cruzaba de brazos y miraba
fijamente a su amigo.
— Hoy se hará de nuevo…
Deberías ir. —
— Ella ya se iba, además te
dijo que las fiestas no son lo suyo. — Dijo Lucas mostrando indiferencia.
Me molesta que hable por mí, además se nota que no
le gusta que su amigo me hable, no soy tan ingenua para no notarlo.
El problema es que no sé cuál es el verdadero
motivo para molestarse tanto. No creo que sean celos. Lo dudo mucho.
— Ella puede hablar… — Eric me
guiñó un ojo y yo sonreí. — Debes venir, será divertido. —
— Aún no sé qué haré esta
noche. — Dije con toda sinceridad.
— Yo ya te di una opción. — Dijo sonriendo.
— De acuerdo, ya veré. — Dije
y su sonrisa se hizo más grande aún.
— ¿Ves? — Le dijo a Lucas. — Tú
también debes ir… ¿Sabes que Lucy estará ahí? — Dijo enarcando las cejas.
— Me importa una mierda Lucy. —
Eric comenzó a reírse y luego empezó a hablar.
— Lucy es una chica a la que Lucas se le tiraba
pero ella hasta el día de hoy no para de molestarlo — Dijo riéndose y yo solo
quería correr.
— Basta Eric. — Dijo Lucas
respirando lentamente. Se notaba que estaba enojado. — Iremos a la jodida
fiesta. — Me tomó del brazo y me guió adentro del departamento.
Me solté a penas cruzamos la puerta.
— ¿Qué haces? — Hablé.
— Vamos a hablar. — Dijo alzando la voz, aún estaba bastante
alterado por el encuentro con Eric.
— Ahora no quiero, al parecer
estás muy alterado. — Dije enojada. Yo también estaba alterada. No me gustó
nada saber sobre Lucy. Ni siquiera la conozco y se mostró “amable” conmigo la
primera vez que la conocí, pero saber que anda cazando a Lucas me molesta y
mucho.
— ¿Y tú por qué estás enojada?
— Habló.
— No lo sé, fue un error
venir…—
— Vi como te pusiste cuando
nombraron a Lucy, deberías saber que ella no es un problema, así deja de estar
tan celosa, es infantil. — Dijo y me quede con la boca abierta. ¿Cómo se
atreve? Su comentario es sumamente arrogante. Además el también se puso celoso
de Eric… O eso creo.
— ¿Infantil? ¿Enserio? Eres
imposible… —
El siguió hablando pero mi celular comenzó a
vibrar, vi él número en la pantalla y sonreí. No puedo creer la suerte que
tengo. ¿Quiere algo infantil? Va a tenerlo.
*Hola ¿Bruno?* Dije sonriendo
y Lucas me lanzó una mirada asesina.
*Hola Lene… Ian me dijo que te
llame para saber si quieres venir al karaoke con nosotros, quizá sea
divertido.* Dijo riéndose. Sé que la idea de “karaoke” no le parece buena,
seguramente prefiera estar en una fiesta pero que me haya llamado para preguntar
me alaga.
*¿Un karaoke? Me encantaría.*
Dije fingiendo emoción. Una parte de mi se siente patética pero, por otro lado,
al ver el rostro de Lucas que parece sumamente molesto, hace que me de unas
palmaditas mentalmente.
*De acuerdo, puedo pasar por
ti si quieres.*
*No es necesario, después
debes pasarme la dirección por mensaje y ahí estaré.*
*De acuerdo, nos vemos.* Dijo
y corté.
Sin mirar a Lucas dije.
— Debo irme. —
— ¿Un karaoke? — Dijo
riéndose. — Ese tipo es un idiota, no tiene la menor idea de lo que una mujer
quiere. — Dijo satisfecho.
— Apuesto a que tu sabes lo
que quiere una mujer. —
— Seguramente. Pero si sé lo
que quieres tú. — Dijo.
— ¿Qué quiero? — Pregunté
cruzándome de brazos.
El sonrió y acercó su boca a mi oreja.
— Me quieres a mí. — Susurró y
mi respiración se aceleró cuando su tibio aliento choco contra mi piel.
Me alejé del chico peligroso y
lo miré a los ojos.
— ¿Eso crees? Quizás
“conozcas” a las mujeres. Pero a mí me conoces muy poco. —
— Mírame a los ojos y dime que es mentira. — Él sonreía
mostrando sus perfectos hoyuelos.
— No tengo tiempo para juegos, tengo que irme. — Y con eso
huí como la pequeña cobarde que soy.
Soy muy mala mintiendo. Y que me haya dicho que lo
que quiero es a él me hace sentir vulnerable. Lucas sabe perfectamente lo que
provoca en mí, además hay un imán que me une a él, algo magnético, que va mucho
más allá de su cuerpo, rostro, incluso aroma.
Cada vez que lo veo, siento a mi corazón latir más
rápido, y las ganas de tenerlo cerca se apoderan de mí.
Cuando volví a verlo me di cuenta que él es todo lo
que quiero, pero si soy sincera conmigo, también sé que él es todo lo puede
hacerme daño.
Y lo peor de todo es que él lo sabe. No creo que
sepa cuidar mi amor, estoy casi segura de que lo utilizará para molestarme, sé
que no le importo una mierda. De hecho a él no le importa una mierda nadie. Vi
con mis propios ojos como trató a su padre, ¿Qué puedo esperar para mí?
Además todavía queda saber lo de su “trabajo”. Si
se dedica a estafar a las personas, claramente no le importa nada ni nadie.
Cuando pienso en que no es capaz de querer a nadie
y solo así mismo, el dolor en mi pecho crece. No sé porque sigo buscándolo.
¿Por qué el amor hace tan estúpida a la gente? ¿Por qué el corazón es tan
estúpido? ¿Acaso yo busqué enamorarme de él o solo sucedió? Me pregunto si uno
elige a quien querer…
Llegó la noche y yo me encontraba arreglándome para
ir al esperado karaoke. Retoqué mi maquillaje así me quitaba mi máscara de
“amargada” por la máscara de “divertida”. Al menos eso dijo mi amiga.
— ¡Mucho mejor! — Dijo. —
¿Bruno estará ahí? —
— Si. — Fue lo único que
respondí. Hoy lo utilicé injustamente, aunque en ningún momento dije nada raro
o diferente. Lo estuve utilizando para ver si Lucas se ponía celoso. Él me dijo
infantil, y quizá no se equivoca, pero me empujó a hacerlo, además su
comentario arrogante me molestó.
— Creo que debo maquillarte
más, aún sigues con cara amargada. — Bromeó Al y sonreí.
— ¿Tú que harás hoy? —
— Conocí a un chico en la
tienda hace unos días. —
— ¿Cómo es que no me dijiste
nada? — Le pregunté.
— Lo siento, si tengo que
contarte de todos los chicos que me invitan a salir en la tienda…— Dijo con una
sonrisa pícara, obviamente esta bromeando. Aunque no me sorprendería, Aldana es
una chica hermosa, además es muy divertida, aunque a veces parezca que esté
algo loca… Ella es genial.
— ¿Qué tiene de especial para
que aceptaras su invitación? —
— Sabes que hace mucho que no
salgo con nadie, por… Ian… — Dijo y asentí. — Bueno, hace varios días que un
chico viene a comprar ropa todos los días, y siempre espera para que yo lo
atienda… ¿Cómo iba a decirle que no? Además el no es de aquí, y tiene un acento
sumamente adorable. —
— ¿Acento adorable? —
— Si, él viene de España. —
— Al, tu odias el acento de
los españoles — Dije riéndome.
— Es una mezcla de Europa. No lo sé, es muy
masculino… — Divagó.
— Bueno, debes tener cuidado
no lo conoces… —
— Hace dos semanas que un
chico divino, con un acento sexy viene a verme todos los días y además siempre
compra algo—Añade. — Viene y me invita a salir ¿Por qué debería decir que no? —
— No lo sé… ¿Al menos sabes su
nombre? — Bromeé
— Se llama Bastian… ¿No es
genial? —
— ¿Bastian? — Dijo mirándola
como si no comprendiera nada.
— Si Bastian ¿Por qué? No me
digas que a ti también te invitó un chico con el mismo nombre a salir…—
El hermano de Lucas, pensé.
— No es eso… Solo es que… No es
un nombre muy común. — Dije sonriendo.
Aldana continuó contándome sobre el hermano de
Lucas, y de lo maravillosos que son sus ojos azules, pero yo en ningún momento
le dije quien era. Además no es asunto mío, y la situación entre ellos es muy
complicada. Aunque no sé el porqué.
Después de maquillarme y hacerme una trenza de
diadema con el resto de mi pelo suelto decidí vestirme. Me puse una pollera
acampanada corta azul con flores, una camisa casual blanca y unas sandalias
marrones con un poco de taco.
Tomé mi cartera y un abrigo porque probablemente
haga frío más tarde. Saludé a mi amiga y me fui.
Bruno me había enviado un mensaje con la dirección del lugar. Veinte
minutos después estaba estacionando mi auto.
Es la primera vez que vengo a este sitio, por lo
que miré detenidamente cada detalle. Las paredes estaban pintadas de diferentes colores y a su
vez están llenas de cuadros de diferentes bandas, The Rolling Stone, Queen, The
Beatles, Led Zeppelin entre otros. Los pisos son de madera, por el lado izquierdo
a la entrada está el bar, y al otro lado se encuentra las mesas, y más adelante
un pequeño escenario.
Nadie estaba cantando aún, así que por ahora
estaban pasando música.
Busqué a mi amigo con la mirada y vi que estaban
sentados en la parte donde están los sillones, justo debajo del cuadro de
Coldplay.
Mientras me acercaba noté a Ian, Bruno, Sofía, un
chico y otras dos chicas a los que no conocía. Parecían que todos estaban
“emparejados” y a la vista salta que sobraré esta noche. Esto lo hago por Ian,
me repito en mis pensamientos, ni siquiera llegué y ya me siento incomoda de
antemano.
— ¡Lene! — Dice mi amigo y me hace señas para que vaya
con ellos.
— Hola. — Digo, todos me
saludaron a excepción de las dos chicas que se mostraron indiferentes. Genial.
— Marlene, hace mucho que no
nos vemos. — Dice Sofía muy “simpática”— Puedes sentarte, o… ¿Te quedarás toda
la noche ahí? — Las chicas a su lado comenzaron a reírse y yo le di una mirada
asesina a Ian.
— Ven. — Dijo Bruno con una
sonrisa dando palmadas en el espacio que hay a su lado en el sillón.
Cuando me
senté noté a la morena que tenía enfrente fulminándome con la mirada. Supongo
que debe gustarle Bruno.
Todos
seguían con sus bebidas y hablando cosas que no me interesan en lo más mínimo.
Yo estaba sumida en mis pensamientos y de vez en cuando miraba la pantalla de
mi celular para ver si Lucas, o si alguien se acuerda de mí.
— ¿Aburrida? — Susurró Bruno.
— No, es solo que… No conozco
a nadie. —
— ¿Quieres que vayamos al bar
por un trago y de paso te despejas un poco? —
— No, gracias. — Sonreí. —
Quiero llegar bien a casa esta noche. —
— Ian me contó que te
compraste un auto… Me alegro por ti. — Dijo sonriendo y achinando sus ojos.
— Si, no puedo tener a Ian
siempre como chofer. — Dije bromeando y miré a mi amigo. Sé que no está
escuchando la conversación pero el está sonriendo y creo que me agradece que
esté aquí a pesar de lo incomodo que es todo.
— ¡Que linda pulsera! — Dijo
Sofía poniendo toda la atención en mí.
Bruno
sonrió al ver que llevo puesta la pulsera que me regaló, olvidé quitármela, no
creo que sea nada malo que la lleve puesta y espero que nadie piense mal.
— Gracias. — Dije
y sonreí educadamente. No sé si me lo decía de verdad o solo lo dijo con
sarcasmo. Espero que lo diga enserio.
— Bruno lo hizo. — Dijo Ian y
quise matarlo.
— ¿Enserio? — Dijo la morena
que me sigue mirando mal.
Bruno asintió sonriendo y por suerte no dijo nada
más. Cosa que agradezco. Minutos más tarde un chico subió al escenario y
comenzó a cantar “All of me” de John Legend. Una canción que disfruté mucho
porque el chico cantaba muy bien.
Cuando la canción estaba terminando sentí mi
celular vibrar en la mesa.
Te ves bien…
¿Dónde estás?
Escribí el mensaje y se lo envié a Lucas.
Inevitablemente comencé a mirar hacia todos lados, me disculpé y dije que iba
al baño. Para mi mala suerte Sofía y sus amigas quisieron acompañarme.
Mientras nos dirigíamos al baño yo miraba disimuladamente
hacia todas las mesas que había en el lugar pero nada. Entramos y las chicas
comenzaron a maquillarse y hablar de las sombras de ojos que son buenas para la
noche.
Mi celular empezó a vibrar y vi que Lucas me estaba
llamando.
*¿Hola?*
* Si estás tan aburrida puedes
venir conmigo, estoy a unas mesas de donde tú estás.*
*¿Qué haces tú aquí?* Traté de
hablar bajo pero seguramente me escucharon.
*Te estoy haciendo un favor,
sé que te estás aburriendo… Podemos hacer algo más divertido…* Corté la llamada
y sonreí.
Volvió a llamarme dos veces más pero no atendí. No
pienso hacerlo. No sé qué le pasa, es dulce, luego me dice que no debemos
vernos, para horas más tarde decirme que quiere estar cerca de mí y al otro día
alardea de que yo lo necesito. Es un cretino. Un jodido, dulce, sexy cretino
arrogante.
Volvimos a la mesa y me obligué a no mirar más
allá, antes de tomar mi antiguo lugar ,la morena se adelanta y se sienta al
lado de Bruno, marcando terrirorio, como no.
No me molesta en absoluto, pero él es con el único
que estaba conversando, la otra amiga de Sofía, una chica morena también pero
con el cabello corto como el mío se sentó en el regazo del chico que estaba con
nosotros, me estaba sintiendo muy incómoda, al parecer todos estaban que sus
respectivas parejas y yo era “la Jueves” del lugar. Pero la verdad, no me
incomoda tanto que estén juntos, mi problema es que nadie charla conmigo, a
penas hablé esta noche y a nadie parecía importarle, él único que me escuchaba
y respondía era Bruno y ahora lo tengo lejos para conversar. Me senté al lado
de la pareja que estaban comiéndose la boca exageradamente.
Donde quiera que esté Lucas debe estar riéndose de
mí, pero mi lado orgulloso no quiere reconocer que él tiene razón, me estoy
aburriendo como la peor. Esta noche apesta.
Me disculpe y volví a levantarme, dije que haría
una llamada, Ian y Bruno fruncieron el ceño, y antes de que pudieran
preguntarme más, salí disparada hacia el lado izquierdo del local.
Suspiré cuando me alejé de ellos apoyándome en la
barra.
— ¿Quieres algo de beber? — Me preguntó el chico de la barra y negué con la cabeza.
Me di la vuelta y salí disparada afuera. No quiero
volver allí adentro a que todos me miren mal, ni siquiera hice nada malo.
Fui directo a mi auto, aunque no pensaba irme… aún.
Solo quería diez minutos para mí. Me debatía si debía llamar a Lucas y reconocer
que me estaba aburriendo como nunca y que me lleve a algún lugar solo para
nosotros.
La puerta de mi coche se abrió y me asusté, cuando
vi que era Lucas me relajé un poco. Solo un poco.
— ¿Cómo es que no te estás
divirtiendo con ellos? — Dijo burlándose.
— Casi me matas del susto. No
deberías entrar en los autos de las personas cuando se te da la gana. — Le
espeté.
— ¿Por qué te fuiste? —
Preguntó pero esta vez se puso serio.
— Solo necesitaba unos
minutos. —
— ¿Para qué? —
— Para estar sola. —
— ¿Por qué? —
Ni yo lo sé. Estoy muy sensible o eso creo.
—No lo sé… Me gusta estar
sola… —
— Ven… En unos minutos todos
los del karaoke dejarán de desafinar como
perros y pondrán buena música. —
— ¿Esto se convierte en una
especie de club? —
— Algo así. —
— ¿Tú por qué no cantas? Te
gusta la música. — Dije mientras volvíamos al local.
Jamás me respondió y sé perfectamente que me
escuchó pero decidí dejarlo.
Comencé a caminar y noté que Lucas me seguía de
cerca, hasta que recordé a Ian y Sofía. La primera vez que ellos pelearon fue
por culpa de Lucas, y aunque fue hace años, sé que nadie lo olvidó.
Me encontré con los ojos de mi amigo que me miraban
sonriendo y luego sus ojos se posaron detrás de mí. Su mirada cambió y noté
como frunció el ceño al ver a Lucas.
Llegué… Llegamos a donde se encontraban y pude ver
a la mitad de la gente que ya estaba bailando. Pensé que el karaoke duraría más
tiempo. En otras circunstancias Al y yo hubiéramos subido al escenario y nos
hubiéramos divertido pero esta ocasión es muy diferente.
La pareja de desconocidos que nos acompañaban se
habían ido, la chica de pelo negro y largo estaba muy cerca de Bruno, Ian y
Sofía estaban de la mano.
Sé que Ian debe estar odiándome, solo lo saludaré y
le diré que pienso irme.
Antes de que pueda hablarle él me hace una seña
para que lo siga y hablemos.
— ¿Es broma? — Me suelta
enfadado.
—Lo siento es que… —
— ¡Nada! — Me interrumpe. —
¿Lo hiciste apropósito? —
¿Qué?
— ¿Cómo puedes decir algo tan
absurdo? —
— Sé que te cae mal Sofía pero
no debías comportarte así y encima traes a ¿Lucas? ¿Es enserio? —
Me estaba enojando.
— ¿Cómo puedes decir eso? Y yo
no lo traje, nos encontramos. ¡Mierda Ian! Estás tan ciego por esa… Esa chica.
— Escupí las palabras con asco.
— No me gusta como te estás
comportando, estás muy distinta. —Terminó la frase sin mirarme.
Jamás hemos peleado. Sólo discutimos algunas veces
pero jamás había vivido una situación así con Ian, nunca. Estoy muy enojada, no
debe tratarme así, siento que él hizo una elección de esto, probablemente
quiere decidir entre su amor y su
amiga, y aquí claramente voy perdiendo.
No sé qué bicho le picó y estoy sumamente dolida,
al menos creo que no hice nada malo.
— ¿Yo cambié? ¡Dime en qué! —
Le grité, y algunas personas se dieron vuelta para vernos.
— Desde que lo frecuentas
estás distinta… —
— Eso no es cierto… Solo
estás… — No quería acabar la frase.
— ¡Dilo! — Me desafió. Sabía
que mis próximas palabras iban a lastimarlo, pero también sabía que eran
ciertas.
— Estás tan celoso y aún no
puedes superar lo que te hizo, que en vez de hablarlo con ella, te lo agarras
con los que estamos a tu alrededor… ¡Yo no soy tu bolsa de boxeo! — Dije y me
encontré con sus ojos y pude ver que estaba ofendido pero más bien dolido.
— No vuelvas a hablarme… — Ni
siquiera me mira a los ojos y eso es peor que las palabras que acababa de
pronunciar, no podía soportarlo, esto es demasiado. Salí corriendo del Karaoke
de la discordia, subí a mi auto e ignoré a las personas que venían llamándome.
Pasaron diez minutos cuando estacione mi auto en
una gasolinera en las afueras de la ciudad, mi celular no dejó de vibrar desde
que salí de aquel lugar por eso decidí apagarlo. La verdad es, que no tengo
ganas de hablar con nadie, a duras penas estoy asimilando que mi amistad con
Ian se fue al carajo mismo hace solo unos minutos.
Lamento haberle gritado y más aún haberle recordado
sutilmente que fue un cornudo y que aún no lo ha superado.
No quiero culpar a Sofía de que mi amistad con Ian
esté mal, pero muy adentro mío la estoy culpando. Me alegro que él sea feliz, pero
no confío en ella, además no me soporta y jamás lo hará, me encantaría saber el
porqué.
No me dan ganas de hablar con ella y averiguarlo, no
creo que valga la pena hacerlo. Pero si hablaré con Ian y le pediré disculpas
aunque él no se retracte de las cosas que me dijo.
Decido tomar un café en Mcdonald’s, afortunadamente
hay bastante gente y me siento segura aunque también irónicamente sola.
Mi cerebro masoquista le manda una señal a mis
dedos para que presionen el botón que inicia mi celular. Ignoré las llamadas
perdidas y fui directo a los mensajes, tenía dos de Bruno, en uno preguntando
qué había sucedido y en el otro preguntaba a donde me encontraba para que
hablemos. Luego llegué a los de Lucas, leí el primero donde preguntaba donde
estaba y advirtiéndome de que si no respondía rápido se enojaría, y mucho. No
se inspiró mucho en su amenaza pero si lo pienso bien, él no tiene ningún
derecho a enojarse, aún debe aclararme algunas cosas.
Le escribí un mensaje diciéndole que iría a mi
departamento y que por hoy no tengo ganas de hablar con nadie.
Al cabo de unos minutos yo estaba dejando mi auto
en el estacionamiento y a penas entré al edificio vi a Lucas parado de brazos
cruzados.
— ¿Por qué mierda me haces
esto? — Ladró.
— ¿Qué te hago? — Respondí de
la misma manera.
— Hacer que me preocupe. — Su
tono se suavizó un poco mientras se pasaba las manos por el pelo.
— Lo lamento, no tuve una
buena noche…—
— No eres la única. —
— Estoy cansada de pelear,
solo quiero acostarme y no despertarme por un mes. — Dije moviendo mis manos
dramáticamente.
— Yo tampoco quiero pelear… —
Dijo acercándose.
Lo miré a los ojos y dije.
— Aún tenemos que hablar. —
— Cuando tú digas… —
— Ahora. —
Quiero que me dé explicaciones, no sé porqué, pero
las necesito ahora para dejar de pensar mal de él.
De todos modos haga lo que haga, una parte de mí
siente que jamás podré sacarlo de mi corazón, y aunque mi lado moral sepa que
las cosas que él hace están mal, sé que nada de lo él haga hará que deje de
quererlo.
Me aterra depender de él, me aterra saber que me
tiene comiendo de su mano, me aterra saber que haría lo que sea por él.
No sé qué hago en este lugar, ni siquiera sé qué me
empujó a venir hasta aquí… Bueno si sé porqué, Marlene. Pero aún no sé adivinar
si vengo a molestarla, burlarme, cuidarla, o quién sabe qué.
Estoy parado a unos pasos del estúpido grupo de
amigos de Ian Novak que no paran de mirarme pero no me interesa, mis ojos se
posan en Marlene y en la preocupación que refleja su rostro.
Vi como me miró Ian cuando llegué y sé que mi
presencia aquí no es de su agrado. Sé qué el está cuidando a Marlene de un lobo
como yo, pero lo que el piense no me importa una mierda, si quiero estar cerca
de ella lo haré, ella es la única persona que puede hacer que me aleje.
— Cuanto tiempo sin verte…—
Al darme vuelta me encontré con una rubia de ojos celestes
con excesivo brillo labial, sé que la conozco de algún lado, pero no me dan
ganas de hacer memoria.
— ¿No te acuerdas de mí? —
Escuché que habló, pero yo seguía mirando a Marlene. — Veo que aún te gusta
ella. —
Y con eso captó mi atención. Recuerdo que en la
secundaria había una sola persona que no paraba de decir que yo sentía algo por
Marlene, que por eso la molestaba tanto. Fue cuestión de atar cabos para
recordar de quien se trataba.
— ¿Qué mierda quieres Sofía? —
Gruñí y esta vez la miré a los ojos.
— Si me recuerdas. — Dijo con
una sonrisa.
— Solo tú puedes decir cosas
tan absurdas. —
— ¿No era verdad? Por algo no
aceptaste ser mi novio después de que Ian me dejará en el secundario. — Chilló
pero en voz baja.
Sonreí como el bastardo que soy y le dije.
— Yo no tengo novias, solo una
lista. —
— No. A mí me parece que tú me
rechazaste por ella. —
— No me interesa lo que te
parezca. — Dije sin mirarla. Pude ver que Marlene salió corriendo y salí detrás
de ella llamándola.
Escuché que alguien venía corriendo conmigo y
también gritaba su nombre, eso hizo que casi me detenga y pude ver al famoso
Bruno. Cuando dejé de mirarlo con desprecio pude ver como Marlene arrancaba su
coche y salía del estacionamiento.
Corrí a mi auto pero lo había dejado muy lejos y
una vez que estaba en la calle no pude encontrarla. Puto Bruno, sino me hubiera
distraído la hubiera alcanzado sin dudas.
Le envié mensajes e intente llamarla pero es tan
cabeza dura que apagó el celular, no puedo creer que me haga esto. Estoy muy
enojado con ella, y tengo ganas de encontrarla y gritarle que no debe estar
sola en la calle, una parte de mí quiere que me haga caso, pero eso jamás
pasará, primero debe ser mía y sé que ella no me pertenece.
No sé porque estoy tan enfadado, es frustrante que
me haya dejado parado en ese lugar y se haya ido sin mí.
Recibo su mensaje diciéndome que estará en su
departamento y no leí el resto, llegué rápido porque solo estaba a dos cuadras.
Esperé mientras me movía como un psicópata de un
lado a otro, hasta que me apoyé en unas de las paredes mientras me cruzaba de
brazos, debía calmarme para no gritarle. Además me recordé a mi mismo que si
uno de nosotros debería estar enojado esa es ella, y tiene todo su derecho.
Después de verla en el umbral me tranquilicé aunque
eso no iba a durar mucho.
Marlene quiere hablar ahora y sabía que no se podía
esperar más, ella quiere respuestas.
Fui un idiota al contarle a lo que me dediqué todo
este tiempo, jamás se lo conté a nadie porque nunca fue necesario, las personas
no se quedan mucho tiempo en mi vida como para preguntar qué estudio, o a qué
me dedico… La verdad es, que jamás le di explicaciones a nadie, ni siquiera a
mis padres.
Entramos a su departamento y me hizo una seña para
que me siente en el sillón, ella se apoyó contra la pared y me miraba fijo.
Que haya elegido estar tan lejos para hablar me
hace pensar que me tiene miedo.
####
Me apoyé contra la pared para no estar cerca de él,
si sigue insinuando que estaba preocupado por mí, olvidaré la charla y me
lanzaré a sus brazos, sus fuertes brazos… Jodido y encantador a la vez, veo como en cámara lenta mueve sus labios y me pierdo en mis pensamientos...
— ¿Qué quieres saber? —
— Cuéntame como empezó. — Aclaré mi garganta.
— De acuerdo… Unos días antes
de cumplir quince años me largué de mi casa. Mi tío me recibió en su casa y me
“aconsejó” toda mi adolescencia. Descubrió que yo tenía un gran conocimiento de
informática y digamos que me convirtió en su hacker personal.
Siempre me daba un nombre y apellido y yo debía
ocuparme en encontrar el resto de la información, número de documento,
dirección, lugar de trabajo, teléfono, cuentas en los bancos, sus últimos
movimientos…Todo.
El primer año no me di cuenta de lo que hacía, digamos que
era un iluso, para mí solo era un juego, él me tenía bien engañado hasta que lo
descubrí un año después. — Se pasó la mano por el pelo. — ¿Sabes lo que le
dije? — Habló en un tono muy frío que me hizo estremecer. — Le dije que debía
pagarme porque me había engañado todo ese tiempo, mi tío me sonrió, me felicitó
y me dio la bienvenida a su negocio… Cumplí diecisiete y no quise saber más
nada, jamás me importó nada ni nadie, pero quería ganar dinero de buena manera,
no le acepté los últimos pagos y salí huyendo prácticamente, me fui de España y me tomé un año para viajar
por Europa, no fue difícil viajar porque ya era mayor de edad así que tenía
todo listo, solo le avisé a mi madre y me fui, luego
vine a estudiar aquí, y me instalé todo este tiempo.
vine a estudiar aquí, y me instalé todo este tiempo.
Creo que terminó porque me mira esperando a que diga algo pero no sé qué decir… Que me haya confesado tan crudamente que no le importa nada ni nadie me duele, no entiendo como este chico que hasta hace unos días era tan dulce, sea tan frío.
Debo reconocer que me sorprende que se haya abierto
y me haya contado algo tan personal, es el primer “secreto” que sé de él, lo
peor de todo es que sé que aún hay mucho más.
— ¿A cuántas personas… — Me
interrumpí. No sé si quiero saberlo.
— Consciente de lo que hacía…
Solo a uno, fue el más difícil, y por alguna razón mi tío estaba obsesionado
con saber información sobre el tipo, por eso tardé tanto tiempo en reunir todo,
después de él, decidí dejarlo.
— Ah… ¿Y te arrepientes? — No
pude evitar preguntarlo.
— Todos los jodidos días. —
Respondió y le creí.
Asentí.
— ¿Ahora entiendes por qué
dije que no debíamos vernos? —
— Se supone que eso también
tenía que decirlo yo. —
— Es obvio que después de
conocer quien soy en verdad no quieras verme…— Dijo levantándose del sillón.
— Yo nunca dije eso… Tú lo
estás diciendo. —
— ¡Soy una mierda! Engañar,
mentir, estafar, herir, molestar… Son las únicas palabras que conozco… Y tú
eres muy buena para estar cerca de mí.
— Ya no eres así, además te
arrepientes de todo eso. — Dije buscando su mirada.
— ¿Hasta cuándo? En cualquier
momento mi tío puede regresar para que siga haciendo trabajos para él… —
— Le dirás que no… —
— No es tan fácil. —
— ¿Entonces? ¿Sigues con él
mismo plan de que “no debemos frecuentarnos”? —
— Es lo mejor para ti… —
No le respondí, solo me crucé de brazos y miré
hacia la puerta esperando a que entienda mi indirecta.
La captó al instante él beso mi mejilla y se fue.
Claramente no sabe que es lo mejor para mí, porque
si él se aleja me lastima, quiero arriesgarme a esto, quiero correr a buscarlo
y decirle que no me importa su pasado, sé que él se arrepintió, quiero correr
hacia el inminente peligro y llenarlo de besos, abrazarlo y no soltarlo nunca.
Antes de darme cuenta estaba en la puerta del
ascensor, cuando bajé noté a Lucas en la planta baja.
— ¡Lucas! — Grité y me miró abriendo mucho los ojos. — ¡Eres
un egoísta, no puedes decidir qué es lo que me conviene o no! — Grité y en un acto de adrenalina lo empujé
para después abrazarlo. Parezco histérica, él me pone sensible y me vuelve loca
literalmente, pero lo quiero tanto que dejo mi estúpido orgullo de lado para
darle lugar a lo que siento.
— Lo siento Lene, pero… — Le tapé la boca y sonrió en mi
mano, para después besar uno por uno mis dedos. Si sigue haciendo eso terminaré
haciendo una escena en la planta baja de mi departamento. Aparte mi mano y me
sonrió mostrando sus hoyuelos.
— Ven a dormir conmigo. — Dijo mirándome a los ojos.
No aguanté más y uní nuestras bocas, extrañaba el rico sabor de sus besos, el modo en que nuestras bocas se entienden, y como nuestras lenguas danzan como si fueran mejores amigas.
Me encontraba en punta de pie rodeando su cuello con mis brazos mientras él rodeaba mi cintura.
— ¿Eso es un sí? — Dijo riendo.
— Mmm si. —
Esa noche dormí tranquila,
feliz, al lado de Lucas Dubois, él chico que antes me había atormentado tanto
tiempo, pero que ahora lucha por ser alguien mejor, lo quiero y me da miedo
quererlo, pero algo me empuja a arriesgarme, no puedo ser una cobarde toda la
vida.
Recordé algo que vengo
pensando mucho estos días, él es todo lo que necesito, pero a su vez sé que él
tiene mi corazón en sus manos, de un modo a otro, mi lado sentimental le
pertenece completamente.
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