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viernes, agosto 14

Capítulo 10 #QQDMi


Discordia, misterios y secretos




Me encontraba sentada en una hamaca de una bonita plaza. Mis manos se aferraban a la cadena mientras miraba a mí alrededor. Los rayos del sol no me permitían ver muy lejos, por lo que decidí apreciar lo que había cerca, niños jugando, padres mirando a sus hijos sonrientes, abuelos sentados 



en los bancos charlando y riendo, perros moviendo sus colas mientras sus dueños los paseaban.
Sonreí al ver la escena y recordé cuando mis padres me traían a la plaza de pequeña.



— Para ti. — Escuché una voz y vi de donde provenía. Un niño de unos cinco años aproximadamente, tenía una pequeña flor tendida esperando a que yo la reciba.

Sonreí nuevamente y la tomé.


 — Gracias.  — Dije, mientras el pequeño con sus grandes y adorables cachetes que se sonrojaban me miraba con ojos curiosos y brillantes.
— Tengo más… — Susurró mientras me hacía un gesto para que lo siga.

El niño comenzó a correr y yo fui detrás de él. Seguí sus firmes pasos por el césped y podía oír su dulce risa.

— ¡Date prisa, estamos cerca del jardín! — Gritó mientras yo lo seguía.

Miré a mí alrededor y noté que la plaza había quedado atrás. Ahora nos encontrábamos en un bosque.

— ¡Creo que te equivocaste de camino! — Grité a la nada, porque había perdido de vista al niño.


Caminé dos pasos y volví a ver su pequeña figura corriendo mientras me señalaba un lugar. Noté que en sus manos llevaba la flor que me había dado. Ni siquiera me di cuenta el momento en que me la quitó.
Corrí nuevamente para llegar hasta él, pero cuando estoy solo a unos pasos el niño desapareció, y me encontré con unos conocidos ojos verdes. Lucas me sonreía, pero su sonrisa me hizo retroceder unos pasos.
Noté su mano y no tenía ninguna flor, pero si tenía la cadenita que mi padre me había regalado cuando cumplí los dieciséis.
Él comenzó a correr y desapareció por el bosque dejándome sola… 




####





Unos ruidos hicieron que despertara…


¿Al? Dije mientras abría los ojos, miré el reloj y noté que eran las 2:47 am.


Me levanté y sin hacer ruido abrí la puerta de mi habitación, sentí una fuerte punzada en la cabeza al ver la luz encendida, creo que tengo una fuerte resaca, aún siento mi estomago revuelto.
Traté de mirar a través del pasillo pero no logré ver nada, solo veo la puerta abierta, al parecer Al salió del departamento y probablemente esté afuera.


Necesitaba saber si ella llegó bien. —Escuché la voz de Lucas y me tensé recordando el sueño.
— Oye, no es buena idea que estés aquí, debes irte... —


Me apresuré a llegar a la puerta y me encontré con mi amiga cruzada de brazos y a Lucas del otro lado.



— Llegué bien, deberías irte Lucas. — Dije.



El me observó asombrado, y por un momento había olvidado como estaba vestida. Mi piyama consiste en una remera vieja con un Mickey Mouse dibujado, mi pelo seguramente estaba revuelto, y ni siquiera quiero saber como se debe ver mi rostro.
En cambio él era todo lo contrario a mí, estaba fresco, con su pelo revuelto pero de manera natural y perfecta, llevaba la misma ropa que hace unas horas, excepto por la remera, debió cambiársela.
Me puse a pensar que este no es el mejor momento para pensar en mi aspecto.
Lucas miró hacia el piso y puso sus manos en los bolsillos de sus jeans, luego me miró por unos segundos pero después asintió y salió disparado por el pasillo que conduce las escaleras.

Al me miró entrecerrando los ojos y sé que está pensando y analizando toda la situación. Aún así no dijo nada.

Suspiré y entré al departamento.




— ¿Estás bien? — Preguntó.
— Si. — Le dije y sonreí como pude.



Entré a mi habitación, me tiré en mi cama y me dormí al instante.
Para cuando abrí mis ojos el reloj decía que eran las 10:45. Me perdí casi todas las clases pero era muy evidente que no pensaba asistir el día de hoy.
Para mi sorpresa mi amiga si fue a sus clases, me dejó una nota diciendo que no quería despertarme, y que nos veíamos a la tarde.
Tomé mi celular y vi que tenía varios mensajes, casi todos eran de Ian, olvidé mencionarle que no asistiría a clases, seguro habrá pasado por mi.
Soy un desastre, me estoy convirtiendo en un jodido desastre.
No quise mirar los mensajes de Lucas pero tampoco los borré, supongo que más tarde los leería para poder torturarme a mi misma antes de irme  a dormir.

Decidí que mi mejor opción para empezar el día era ducharme. Una vez cambiada, pensé en maquillarme tratando de borrar todo lo de anoche.
Tomé mis cosas y salí directo a la librería.

A penas puse un pie en mi lugar de trabajo mi gerente dijo que debía hablar conmigo.
¡Mierda!, tengo un mal presentimiento, además siento que por alguna razón no le caigo muy bien.
Fui hasta la oficina y sentía mis nervios apoderándose de mí. Tom se sentó y comenzó a buscar algo en unas planillas, luego me miró una vez más.


 — Puedes sentarte. — Dijo señalando la silla.


Asentí y tomé asiento, no sé porque presiento que este será mi último día aquí.


— Supongo que sabes perfectamente que mi padre me dejará a cargo de la librería. — Dijo sin una pizca de arrogancia.


Me sorprende que esté hablando del futuro de la librería conmigo.

— No lo sabía. —



El enarcó una ceja y sonrió.


 — ¿Enserio? Creí que ya era noticia para todos. En fin, el tema es que las cosas cambiarán aquí. — Dijo y tragué en seco.


Me va a despedir lo sé. Una vez que esté a cargo de todo me despedirá, y quizá ni siquiera pueda volver a pisar esta librería, tal vez pongan un cartel con mi foto prohibiendo la entrada…
Traté de silenciar a mi dramática conciencia pero era imposible, Tom me seguía mirando esperando alguna respuesta, pero no tenía nada para decirle, solo podía esperar a que me dijera lo inevitable.


— ¿Marlene? ¿Escuchaste lo que te dije? —
— ¿Qué usted quedará a cargo? —
— No me trates de usted, solo tengo veinticuatro años. — Dijo. — ¿Qué dices de mi propuesta?  —



¡Mierda! ¿Qué propuesta? Estaba tan nerviosa pensando que hacer con mi vida si me despedían de mi trabajo que ni siquiera escuché lo que me dijo.
No quería preguntar qué era lo que me estaba diciendo, quedaría como una idiota, además si me despiden quiero irme tratando de pasar la menor vergüenza posible. Comencé a mover mis manos en mis rodillas, y no hacía contacto visual con mi gerente, estaba bastante nerviosa. Antes de abrir la boca para decir cualquier cosa él dijo.



— ¿Te sorprendí verdad?, estarás en mi antiguo puesto como prueba durante algunas semanas. Si te va bien y puedes con el nuevo cambio de horario te quedarás ahí. ¿Qué dices? —
— ¿Tu antiguo puesto? — Pregunté incrédula.
— Si, como gerente. Decidí empezar contigo porque a pesar que estás hace poco tiempo, siempre fuiste organizada, responsable y entre nosotros, me agradas más que los demás empleados, sin menospreciar a nadie, por supuesto. — Dijo y creo que mi mandíbula llegaba hasta el piso.
— Esto es increíble, creí que ibas a despedirme. — Dije sin pensar y me golpeé mentalmente.
— ¿Por qué iba a hacer eso? — Se puso serio al instante pero después de unos segundos comenzó a reírse como un maniático. Me relajé un poco y decidí reírme también. — Debo recordarte que estás a prueba, tengo que darte tus nuevos horarios, y si todo marcha bien, te quedarás como gerente, sino puedes vuelves a tu antiguo puesto. —
— Vaya, ¡Gracias por la oportunidad! — Dije sin poder ocultar mi emoción.



Continuamos hablando del tema. Me informó que antes de salir prepararía una planilla con mis nuevos horarios. Soy una suertuda, no puedo perder esta oportunidad, es muy buena.
Salí de la oficina con una sonrisa de oreja a oreja y la tarde se me pasó volando.
Tal y como lo prometió, Tom me entrego mis nuevos horarios. Crucé la calle y entré a la cafetería para poder organizar nuevamente mi semana.
Noté que mis nuevos horarios casi no coinciden con mis cursadas. Probablemente tenga que dejar alguna clase, y sé que me arriesgaré a perderla con tal de tener oportunidad como gerente.
De todos modos esto no parece real. Aún espero despertar de mi sueño en cualquier momento.


La semana se me pasó volando y hace dos días comencé con mi puesto de gerente. Me llevé malas miradas de algunos compañeros, supongo que al igual que yo están sorprendidos de que Tom me considerada para suplantarlo.
Mi semana sigue casi igual, sigo sin trabajar los fines de semana, incluido los viernes, que de vez en cuando debo visitar la librería central, que me queda un poco más lejos, aún así estoy muy feliz. Me siento literalmente en una nube.

Después del trabajo quedé en verme con Ian  en una concesionaria de autos usados, le pedí ayuda a él, porque conoce bastante de autos. Mi papá no pudo venir a ayudarme, dijo que debía hacer horas extras en su trabajo.



— Buenas tardes — Dijo un hombre de bigotes que venía limpiando sus manos en sus pantalones.
— Hola, buenas tar…—
— No me digas nada… — Me interrumpió. — Quieres un super auto, moderno, para salir de fiesta, etc…— Hizo un gesto con sus manos mientras me miraba sonriente.
Comencé a reírme. — Solo uno que funcione y me lleve a todos lados sin dejarme tirada en ninguna calle. — Respondí.
— Lo siento, pero la mayoría de los jóvenes piden un auto que sea veloz, cool…— Quise reírme cuando dijo “cool”, algo en su manera de decirlo me causó mucha gracia. No es muy común ver a un hombre de unos cincuenta años con su camisa entreabierta dejando ver su peludo pecho hablando en esos términos. — En fin. Vengan por aquí. — Dijo.
— Es que tú no eres como la mayoría. — Susurró Ian, y le di un pequeño codazo. Sé que no se refiere a que soy “especial” sino que lo dice porque soy muy rara a veces.


Después de mirar infinidades de autos, encontré un peugeot 207 rojo a buen precio. Además Ian dijo que el motor y todo el interior del auto estaban perfectos y creo en él, así que cerré mis ojos y entregué mis ahorros al hombre bajito de bigotes.



— Gracias por acompañarme. — Le dije mientras manejaba mi auto.
— No fue nada, ¿Qué harás hoy? — Preguntó.
— Para ser sincera quiero llegar a casa y dormir hasta el lunes. —
—  Yo saldré hoy con Sofía, quiere ir a un karaoke. — Rodé mis ojos. — Puedes venir si quieres… —
— ¿Un karaoke con ustedes dos? Suena super divertido. —Hablé con sarcasmo. — Debo ver qué planes tiene Al. —
Él se quedó en silencio y continué.
— No volvieron hablar, ¿Verdad? —



Negó con la cabeza.



— Es lo mejor, al menos por ahora Lene. —
— Piensa lo del karaoke, será divertido… Y no seremos solo nosotros tres. —
— De acuerdo te avisaré. — Le dije sonriendo. A pesar de que no tengo ganas de ver a Sofía, tengo muchas ganas de salir con mi amigo y la idea de un karaoke me entusiasma.

Después de dejar a Ian, decidí volver a casa. Aldana aún no llegó, y no tengo la menor idea de donde debe estar.
Tomé mi celular y no tenía ningún mensaje. Lucas no volvió a escribirme desde que le dije que se fuera. Sus últimos mensajes eran preguntándome si había llegado bien y regañándome por haber bebido en la fiesta.
Muero por verlo y por llenarlo de preguntas. Miré mi celular y dudé en llamarlo, pero preferí ir directo a su casa.

Antes de estacionar el auto pude ver a Lucas en la entrada, como de costumbre estaba con el ceño fruncido y con el celular en sus manos.
Estacioné el auto y bajé rápido para enfrentarlo. Esto será muy difícil, pero necesito hacerlo ahora.


— Lucas. — Dije y él levantó la vista del celular. Al parecer estaba asombrado de verme.


Me quedé sin palabras, se ve tan lindo como siempre, y puedo oler su agradable aroma a menta a pesar de no estar tan cerca.

Deje de mirarlo como si estuviera a punto de comerlo y traté de concentrarme. Aclaré mi garganta y dije. 
— Creo que debemos hablar…—
— Marlene, no sé si es el momento. — Dijo mirando para ambos lados.
— ¿Qué?, ¿Por qué? — Me sentía estúpida… De nuevo.
— ¡Dubois! — Gritó una voz masculina y ambos miramos de donde venía.


Era Eric, venía con una enorme sonrisa en el rostro. Saludó a Lucas con la mano y al instante se dirigió a mí.




— Hola Marlene. —
— Hola. — Dije sonriendo educadamente. La situación era tan incómoda. Yo solo vine a charlar con Lucas para que me aclare unas cuantas cosas, y ahora aparece su amigo con una sonrisa de oreja a oreja.
— Desapareciste el otro día. — Dijo.
— Solo pasé un momento, las fiestas no son lo mío. — Dije mirando a Lucas que se cruzaba de brazos y miraba fijamente a su amigo.
— Hoy se hará de nuevo… Deberías ir. —
— Ella ya se iba, además te dijo que las fiestas no son lo suyo. — Dijo Lucas mostrando indiferencia.



Me molesta que hable por mí, además se nota que no le gusta que su amigo me hable, no soy tan ingenua para no notarlo.
El problema es que no sé cuál es el verdadero motivo para molestarse tanto. No creo que sean celos. Lo dudo mucho.



— Ella puede hablar… — Eric me guiñó un ojo y yo sonreí. — Debes venir, será divertido. —
— Aún no sé qué haré esta noche. — Dije con toda sinceridad.
—  Yo ya te di una opción.  — Dijo sonriendo.
— De acuerdo, ya veré. — Dije y su sonrisa se hizo más grande aún.
— ¿Ves? — Le dijo a Lucas. — Tú también debes ir… ¿Sabes que Lucy estará ahí? — Dijo enarcando las cejas.
— Me importa una mierda Lucy. —
        Eric comenzó a reírse y luego empezó a hablar.
— Lucy es una chica a la que Lucas se le tiraba pero ella hasta el día de hoy no para de molestarlo — Dijo riéndose y yo solo quería correr.
— Basta Eric. — Dijo Lucas respirando lentamente. Se notaba que estaba enojado. — Iremos a la jodida fiesta. — Me tomó del brazo y me guió adentro del departamento.
Me solté a penas cruzamos la puerta.
— ¿Qué haces? — Hablé.
— Vamos a hablar.  — Dijo alzando la voz, aún estaba bastante alterado por el encuentro con Eric.
— Ahora no quiero, al parecer estás muy alterado. — Dije enojada. Yo también estaba alterada. No me gustó nada saber sobre Lucy. Ni siquiera la conozco y se mostró “amable” conmigo la primera vez que la conocí, pero saber que anda cazando a Lucas me molesta y mucho.
— ¿Y tú por qué estás enojada? — Habló.
— No lo sé, fue un error venir…—
— Vi como te pusiste cuando nombraron a Lucy, deberías saber que ella no es un problema, así deja de estar tan celosa, es infantil. — Dijo y me quede con la boca abierta. ¿Cómo se atreve? Su comentario es sumamente arrogante. Además el también se puso celoso de Eric… O eso creo.
— ¿Infantil? ¿Enserio? Eres imposible… —
El siguió hablando pero mi celular comenzó a vibrar, vi él número en la pantalla y sonreí. No puedo creer la suerte que tengo. ¿Quiere algo infantil? Va a tenerlo.
*Hola ¿Bruno?* Dije sonriendo y Lucas me lanzó una mirada asesina.
*Hola Lene… Ian me dijo que te llame para saber si quieres venir al karaoke con nosotros, quizá sea divertido.* Dijo riéndose. Sé que la idea de “karaoke” no le parece buena, seguramente prefiera estar en una fiesta pero que me haya llamado para preguntar me alaga.
*¿Un karaoke? Me encantaría.* Dije fingiendo emoción. Una parte de mi se siente patética pero, por otro lado, al ver el rostro de Lucas que parece sumamente molesto, hace que me de unas palmaditas mentalmente.
*De acuerdo, puedo pasar por ti si quieres.*
*No es necesario, después debes pasarme la dirección por mensaje y ahí estaré.*
*De acuerdo, nos vemos.* Dijo y corté.



Sin mirar a Lucas dije.


 — Debo irme. —
— ¿Un karaoke? — Dijo riéndose. — Ese tipo es un idiota, no tiene la menor idea de lo que una mujer quiere. — Dijo satisfecho.
— Apuesto a que tu sabes lo que quiere una mujer. —
— Seguramente. Pero si sé lo que quieres tú. — Dijo.
— ¿Qué quiero? — Pregunté cruzándome de brazos.
El sonrió y acercó su boca a mi oreja.
— Me quieres a mí. — Susurró y mi respiración se aceleró cuando su tibio aliento choco contra mi piel.
Me alejé del chico peligroso y lo miré a los ojos.
— ¿Eso crees? Quizás “conozcas” a las mujeres. Pero a mí me conoces muy poco. —
— Mírame a los ojos y dime que es mentira. — Él sonreía mostrando sus perfectos hoyuelos.
— No tengo tiempo para juegos, tengo que irme. — Y con eso huí como la pequeña cobarde que soy.


Soy muy mala mintiendo. Y que me haya dicho que lo que quiero es a él me hace sentir vulnerable. Lucas sabe perfectamente lo que provoca en mí, además hay un imán que me une a él, algo magnético, que va mucho más allá de su cuerpo, rostro, incluso aroma.
Cada vez que lo veo, siento a mi corazón latir más rápido, y las ganas de tenerlo cerca se apoderan de mí.
Cuando volví a verlo me di cuenta que él es todo lo que quiero, pero si soy sincera conmigo, también sé que él es todo lo puede hacerme daño.
Y lo peor de todo es que él lo sabe. No creo que sepa cuidar mi amor, estoy casi segura de que lo utilizará para molestarme, sé que no le importo una mierda. De hecho a él no le importa una mierda nadie. Vi con mis propios ojos como trató a su padre, ¿Qué puedo esperar para mí?
Además todavía queda saber lo de su “trabajo”. Si se dedica a estafar a las personas, claramente no le importa nada ni nadie.
Cuando pienso en que no es capaz de querer a nadie y solo así mismo, el dolor en mi pecho crece. No sé porque sigo buscándolo. ¿Por qué el amor hace tan estúpida a la gente? ¿Por qué el corazón es tan estúpido? ¿Acaso yo busqué enamorarme de él o solo sucedió? Me pregunto si uno elige a quien querer…
 

Llegó la noche y yo me encontraba arreglándome para ir al esperado karaoke. Retoqué mi maquillaje así me quitaba mi máscara de “amargada” por la máscara de “divertida”. Al menos eso dijo mi amiga.



— ¡Mucho mejor! — Dijo. — ¿Bruno estará ahí? —
— Si. — Fue lo único que respondí. Hoy lo utilicé injustamente, aunque en ningún momento dije nada raro o diferente. Lo estuve utilizando para ver si Lucas se ponía celoso. Él me dijo infantil, y quizá no se equivoca, pero me empujó a hacerlo, además su comentario arrogante me molestó.
— Creo que debo maquillarte más, aún sigues con cara amargada. — Bromeó Al y sonreí.
— ¿Tú que harás hoy? —
— Conocí a un chico en la tienda hace unos días. —
— ¿Cómo es que no me dijiste nada? — Le pregunté.
— Lo siento, si tengo que contarte de todos los chicos que me invitan a salir en la tienda…— Dijo con una sonrisa pícara, obviamente esta bromeando. Aunque no me sorprendería, Aldana es una chica hermosa, además es muy divertida, aunque a veces parezca que esté algo loca… Ella es genial.
— ¿Qué tiene de especial para que aceptaras su invitación? —
— Sabes que hace mucho que no salgo con nadie, por… Ian… — Dijo y asentí. — Bueno, hace varios días que un chico viene a comprar ropa todos los días, y siempre espera para que yo lo atienda… ¿Cómo iba a decirle que no? Además el no es de aquí, y tiene un acento sumamente adorable. —
— ¿Acento adorable? —
— Si, él viene de España. —
— Al, tu odias el acento de los españoles — Dije riéndome.
— Es  una mezcla de Europa. No lo sé, es muy masculino… — Divagó.
— Bueno, debes tener cuidado no lo conoces… —
— Hace dos semanas que un chico divino, con un acento sexy viene a verme todos los días y además siempre compra algo—Añade. — Viene y me invita a salir ¿Por qué debería decir que no? —
— No lo sé… ¿Al menos sabes su nombre? — Bromeé
— Se llama Bastian… ¿No es genial? —
— ¿Bastian? — Dijo mirándola como si no comprendiera nada.
— Si Bastian ¿Por qué? No me digas que a ti también te invitó un chico con el mismo nombre a salir…—
El hermano de Lucas, pensé.
— No es eso… Solo es que… No es un nombre muy común. — Dije sonriendo.



Aldana continuó contándome sobre el hermano de Lucas, y de lo maravillosos que son sus ojos azules, pero yo en ningún momento le dije quien era. Además no es asunto mío, y la situación entre ellos es muy complicada. Aunque no sé el porqué.
Después de maquillarme y hacerme una trenza de diadema con el resto de mi pelo suelto decidí vestirme. Me puse una pollera acampanada corta azul con flores, una camisa casual blanca y unas sandalias marrones con un poco de taco.
Tomé mi cartera y un abrigo porque probablemente haga frío más tarde. Saludé a mi amiga y me fui.

Bruno me había enviado un  mensaje con la dirección del lugar. Veinte minutos después estaba estacionando mi auto.
Es la primera vez que vengo a este sitio, por lo que miré detenidamente cada detalle. Las paredes  estaban pintadas de diferentes colores y a su vez están llenas de cuadros de diferentes bandas, The Rolling Stone, Queen, The Beatles, Led Zeppelin entre otros. Los pisos son de madera, por el lado izquierdo a la entrada está el bar, y al otro lado se encuentra las mesas, y más adelante un pequeño escenario.
Nadie estaba cantando aún, así que por ahora estaban pasando música.
Busqué a mi amigo con la mirada y vi que estaban sentados en la parte donde están los sillones, justo debajo del cuadro de Coldplay.
Mientras me acercaba noté a Ian, Bruno, Sofía, un chico y otras dos chicas a los que no conocía. Parecían que todos estaban “emparejados” y a la vista salta que sobraré esta noche. Esto lo hago por Ian, me repito en mis pensamientos, ni siquiera llegué y ya me siento incomoda de antemano.



— ¡Lene! —  Dice mi amigo y me hace señas para que vaya con ellos.
— Hola. — Digo, todos me saludaron a excepción de las dos chicas que se mostraron indiferentes. Genial.
— Marlene, hace mucho que no nos vemos. — Dice Sofía muy “simpática”— Puedes sentarte, o… ¿Te quedarás toda la noche ahí? — Las chicas a su lado comenzaron a reírse y yo le di una mirada asesina a Ian.
— Ven. — Dijo Bruno con una sonrisa dando palmadas en el espacio que hay a su lado en el sillón.


Cuando me senté noté a la morena que tenía enfrente fulminándome con la mirada. Supongo que debe gustarle Bruno.  
Todos seguían con sus bebidas y hablando cosas que no me interesan en lo más mínimo. Yo estaba sumida en mis pensamientos y de vez en cuando miraba la pantalla de mi celular para ver si Lucas, o si alguien se acuerda de mí.

— ¿Aburrida? — Susurró Bruno.
— No, es solo que… No conozco a nadie. —
— ¿Quieres que vayamos al bar por un trago y de paso te despejas un poco? —
— No, gracias. — Sonreí. — Quiero llegar bien a casa esta noche. —
— Ian me contó que te compraste un auto… Me alegro por ti. — Dijo sonriendo y achinando sus ojos.
— Si, no puedo tener a Ian siempre como chofer. — Dije bromeando y miré a mi amigo. Sé que no está escuchando la conversación pero el está sonriendo y creo que me agradece que esté aquí a pesar de lo incomodo que es todo.
— ¡Que linda pulsera! — Dijo Sofía poniendo toda la atención en mí.


Bruno sonrió al ver que llevo puesta la pulsera que me regaló, olvidé quitármela, no creo que sea nada malo que la lleve puesta y espero que nadie piense mal.

— Gracias.   — Dije y sonreí educadamente. No sé si me lo decía de verdad o solo lo dijo con sarcasmo. Espero que lo diga enserio.
— Bruno lo hizo. — Dijo Ian y quise matarlo.
— ¿Enserio? — Dijo la morena que me sigue mirando mal.


Bruno asintió sonriendo y por suerte no dijo nada más. Cosa que agradezco. Minutos más tarde un chico subió al escenario y comenzó a cantar “All of me” de John Legend. Una canción que disfruté mucho porque el chico cantaba muy bien.
Cuando la canción estaba terminando sentí mi celular vibrar en la mesa.



Te ves bien…



¿Dónde estás?



Escribí el mensaje y se lo envié a Lucas. Inevitablemente comencé a mirar hacia todos lados, me disculpé y dije que iba al baño. Para mi mala suerte Sofía y sus amigas quisieron acompañarme.

Mientras nos dirigíamos al baño yo miraba disimuladamente hacia todas las mesas que había en el lugar pero nada. Entramos y las chicas comenzaron a maquillarse y hablar de las sombras de ojos que son buenas para la noche.
Mi celular empezó a vibrar y vi que Lucas me estaba llamando.



*¿Hola?*
* Si estás tan aburrida puedes venir conmigo, estoy a unas mesas de donde tú estás.*
*¿Qué haces tú aquí?* Traté de hablar bajo pero seguramente me escucharon.
*Te estoy haciendo un favor, sé que te estás aburriendo… Podemos hacer algo más divertido…* Corté la llamada y sonreí.



Volvió a llamarme dos veces más pero no atendí. No pienso hacerlo. No sé qué le pasa, es dulce, luego me dice que no debemos vernos, para horas más tarde decirme que quiere estar cerca de mí y al otro día alardea de que yo lo necesito. Es un cretino. Un jodido, dulce, sexy cretino arrogante.

Volvimos a la mesa y me obligué a no mirar más allá, antes de tomar mi antiguo lugar ,la morena se adelanta y se sienta al lado de Bruno, marcando terrirorio, como no.
No me molesta en absoluto, pero él es con el único que estaba conversando, la otra amiga de Sofía, una chica morena también pero con el cabello corto como el mío se sentó en el regazo del chico que estaba con nosotros, me estaba sintiendo muy incómoda, al parecer todos estaban que sus respectivas parejas y yo era “la Jueves” del lugar. Pero la verdad, no me incomoda tanto que estén juntos, mi problema es que nadie charla conmigo, a penas hablé esta noche y a nadie parecía importarle, él único que me escuchaba y respondía era Bruno y ahora lo tengo lejos para conversar. Me senté al lado de la pareja que estaban comiéndose la boca exageradamente.
Donde quiera que esté Lucas debe estar riéndose de mí, pero mi lado orgulloso no quiere reconocer que él tiene razón, me estoy aburriendo como la peor. Esta noche apesta.
Me disculpe y volví a levantarme, dije que haría una llamada, Ian y Bruno fruncieron el ceño, y antes de que pudieran preguntarme más, salí disparada hacia el lado izquierdo del local.
Suspiré cuando me alejé de ellos apoyándome en la barra.


— ¿Quieres algo de beber? — Me preguntó el chico de la barra y negué con la cabeza.



Me di la vuelta y salí disparada afuera. No quiero volver allí adentro a que todos me miren mal, ni siquiera hice nada malo.
Fui directo a mi auto, aunque no pensaba irme… aún. Solo quería diez minutos para mí. Me debatía si debía llamar a Lucas y reconocer que me estaba aburriendo como nunca y que me lleve a algún lugar solo para nosotros.
La puerta de mi coche se abrió y me asusté, cuando vi que era Lucas me relajé un poco. Solo un poco.


— ¿Cómo es que no te estás divirtiendo con ellos? — Dijo burlándose.
— Casi me matas del susto. No deberías entrar en los autos de las personas cuando se te da la gana. — Le espeté.
— ¿Por qué te fuiste? — Preguntó pero esta vez se puso serio.
— Solo necesitaba unos minutos. —
— ¿Para qué? —
— Para estar sola. —
— ¿Por qué? —
Ni yo lo sé. Estoy muy sensible o eso creo.
—No lo sé… Me gusta estar sola… —
— Ven… En unos minutos todos los del karaoke dejarán de desafinar  como perros y pondrán buena música. —
— ¿Esto se convierte en una especie de club? —
— Algo así. —
— ¿Tú por qué no cantas? Te gusta la música. — Dije mientras volvíamos al local.



Jamás me respondió y sé perfectamente que me escuchó pero decidí dejarlo.
Comencé a caminar y noté que Lucas me seguía de cerca, hasta que recordé a Ian y Sofía. La primera vez que ellos pelearon fue por culpa de Lucas, y aunque fue hace años, sé que nadie lo olvidó.
Me encontré con los ojos de mi amigo que me miraban sonriendo y luego sus ojos se posaron detrás de mí. Su mirada cambió y noté como frunció el ceño al ver a Lucas.
Llegué… Llegamos a donde se encontraban y pude ver a la mitad de la gente que ya estaba bailando. Pensé que el karaoke duraría más tiempo. En otras circunstancias Al y yo hubiéramos subido al escenario y nos hubiéramos divertido pero esta ocasión es muy diferente.
La pareja de desconocidos que nos acompañaban se habían ido, la chica de pelo negro y largo estaba muy cerca de Bruno, Ian y Sofía estaban de la mano.
Sé que Ian debe estar odiándome, solo lo saludaré y le diré que pienso irme.
Antes de que pueda hablarle él me hace una seña para que lo siga y hablemos.



— ¿Es broma? — Me suelta enfadado.
—Lo siento es que… —
— ¡Nada! — Me interrumpe. — ¿Lo hiciste apropósito? —
¿Qué?
— ¿Cómo puedes decir algo tan absurdo? —
— Sé que te cae mal Sofía pero no debías comportarte así y encima traes a ¿Lucas? ¿Es enserio? —
Me estaba enojando.
— ¿Cómo puedes decir eso? Y yo no lo traje, nos encontramos. ¡Mierda Ian! Estás tan ciego por esa… Esa chica. — Escupí las palabras con asco.
— No me gusta como te estás comportando, estás muy distinta. —Terminó la frase sin mirarme.

Jamás hemos peleado. Sólo discutimos algunas veces pero jamás había vivido una situación así con Ian, nunca. Estoy muy enojada, no debe tratarme así, siento que él hizo una elección de esto, probablemente quiere decidir entre su amor y su amiga, y aquí claramente voy perdiendo.
No sé qué bicho le picó y estoy sumamente dolida, al menos creo que no hice nada malo.



— ¿Yo cambié? ¡Dime en qué! — Le grité, y algunas personas se dieron vuelta para vernos.
— Desde que lo frecuentas estás distinta… —
— Eso no es cierto… Solo estás… — No quería acabar la frase.
— ¡Dilo! — Me desafió. Sabía que mis próximas palabras iban a lastimarlo, pero también sabía que eran ciertas.
— Estás tan celoso y aún no puedes superar lo que te hizo, que en vez de hablarlo con ella, te lo agarras con los que estamos a tu alrededor… ¡Yo no soy tu bolsa de boxeo! — Dije y me encontré con sus ojos y pude ver que estaba ofendido pero más bien dolido.
— No vuelvas a hablarme… — Ni siquiera me mira a los ojos y eso es peor que las palabras que acababa de pronunciar, no podía soportarlo, esto es demasiado. Salí corriendo del Karaoke de la discordia, subí a mi auto e ignoré a las personas que venían llamándome.

Pasaron diez minutos cuando estacione mi auto en una gasolinera en las afueras de la ciudad, mi celular no dejó de vibrar desde que salí de aquel lugar por eso decidí apagarlo. La verdad es, que no tengo ganas de hablar con nadie, a duras penas estoy asimilando que mi amistad con Ian se fue al carajo mismo hace solo unos minutos.
Lamento haberle gritado y más aún haberle recordado sutilmente que fue un cornudo y que aún no lo ha superado.
No quiero culpar a Sofía de que mi amistad con Ian esté mal, pero muy adentro mío la estoy culpando. Me alegro que él sea feliz, pero no confío en ella, además no me soporta y jamás lo hará, me encantaría saber el porqué.
No me dan ganas de hablar con ella y averiguarlo, no creo que valga la pena hacerlo. Pero si hablaré con Ian y le pediré disculpas aunque él no se retracte de las cosas que me dijo.
Decido tomar un café en Mcdonald’s, afortunadamente hay bastante gente y me siento segura aunque también irónicamente sola.
Mi cerebro masoquista le manda una señal a mis dedos para que presionen el botón que inicia mi celular. Ignoré las llamadas perdidas y fui directo a los mensajes, tenía dos de Bruno, en uno preguntando qué había sucedido y en el otro preguntaba a donde me encontraba para que hablemos. Luego llegué a los de Lucas, leí el primero donde preguntaba donde estaba y advirtiéndome de que si no respondía rápido se enojaría, y mucho. No se inspiró mucho en su amenaza pero si lo pienso bien, él no tiene ningún derecho a enojarse, aún debe aclararme algunas cosas.
Le escribí un mensaje diciéndole que iría a mi departamento y que por hoy no tengo ganas de hablar con nadie.
Al cabo de unos minutos yo estaba dejando mi auto en el estacionamiento y a penas entré al edificio vi a Lucas parado de brazos cruzados.


— ¿Por qué mierda me haces esto? — Ladró.
— ¿Qué te hago? — Respondí de la misma manera.
— Hacer que me preocupe. — Su tono se suavizó un poco mientras se pasaba las manos por el pelo.
— Lo lamento, no tuve una buena noche…—
— No eres la única. —
— Estoy cansada de pelear, solo quiero acostarme y no despertarme por un mes. — Dije moviendo mis manos dramáticamente.
— Yo tampoco quiero pelear… — Dijo acercándose.
Lo miré a los ojos y dije.
— Aún tenemos que hablar. —
— Cuando tú digas… —
— Ahora. —


Quiero que me dé explicaciones, no sé porqué, pero las necesito ahora para dejar de pensar mal de él.
De todos modos haga lo que haga, una parte de mí siente que jamás podré sacarlo de mi corazón, y aunque mi lado moral sepa que las cosas que él hace están mal, sé que nada de lo él haga hará que deje de quererlo.
Me aterra depender de él, me aterra saber que me tiene comiendo de su mano, me aterra saber que haría lo que sea por él.




#### 





No sé qué hago en este lugar, ni siquiera sé qué me empujó a venir hasta aquí… Bueno si sé porqué, Marlene. Pero aún no sé adivinar si vengo a molestarla, burlarme, cuidarla, o quién sabe qué.
Estoy parado a unos pasos del estúpido grupo de amigos de Ian Novak que no paran de mirarme pero no me interesa, mis ojos se posan en Marlene y en la preocupación que refleja su rostro.
Vi como me miró Ian cuando llegué y sé que mi presencia aquí no es de su agrado. Sé qué el está cuidando a Marlene de un lobo como yo, pero lo que el piense no me importa una mierda, si quiero estar cerca de ella lo haré, ella es la única persona que puede hacer que me aleje.


— Cuanto tiempo sin verte…—
Al darme vuelta me encontré con una rubia de ojos celestes con excesivo brillo labial, sé que la conozco de algún lado, pero no me dan ganas de hacer memoria.
— ¿No te acuerdas de mí? — Escuché que habló, pero yo seguía mirando a Marlene. — Veo que aún te gusta ella. —
Y con eso captó mi atención. Recuerdo que en la secundaria había una sola persona que no paraba de decir que yo sentía algo por Marlene, que por eso la molestaba tanto. Fue cuestión de atar cabos para recordar de quien se trataba.
— ¿Qué mierda quieres Sofía? — Gruñí y esta vez la miré a los ojos.
— Si me recuerdas. — Dijo con una sonrisa.
— Solo tú puedes decir cosas tan absurdas. —
— ¿No era verdad? Por algo no aceptaste ser mi novio después de que Ian me dejará en el secundario. — Chilló pero en voz baja.
Sonreí como el bastardo que soy y le dije.
— Yo no tengo novias, solo una lista. —
— No. A mí me parece que tú me rechazaste por ella. —
— No me interesa lo que te parezca. — Dije sin mirarla. Pude ver que Marlene salió corriendo y salí detrás de ella llamándola.




Escuché que alguien venía corriendo conmigo y también gritaba su nombre, eso hizo que casi me detenga y pude ver al famoso Bruno. Cuando dejé de mirarlo con desprecio pude ver como Marlene arrancaba su coche y salía del estacionamiento.
Corrí a mi auto pero lo había dejado muy lejos y una vez que estaba en la calle no pude encontrarla. Puto Bruno, sino me hubiera distraído la hubiera alcanzado sin dudas.
Le envié mensajes e intente llamarla pero es tan cabeza dura que apagó el celular, no puedo creer que me haga esto. Estoy muy enojado con ella, y tengo ganas de encontrarla y gritarle que no debe estar sola en la calle, una parte de mí quiere que me haga caso, pero eso jamás pasará, primero debe ser mía y sé que ella no me pertenece.
No sé porque estoy tan enfadado, es frustrante que me haya dejado parado en ese lugar y se haya ido sin mí.
Recibo su mensaje diciéndome que estará en su departamento y no leí el resto, llegué rápido porque solo estaba a dos cuadras.
Esperé mientras me movía como un psicópata de un lado a otro, hasta que me apoyé en unas de las paredes mientras me cruzaba de brazos, debía calmarme para no gritarle. Además me recordé a mi mismo que si uno de nosotros debería estar enojado esa es ella, y tiene todo su derecho.
Después de verla en el umbral me tranquilicé aunque eso no iba a durar mucho.
Marlene quiere hablar ahora y sabía que no se podía esperar más, ella quiere respuestas.
Fui un idiota al contarle a lo que me dediqué todo este tiempo, jamás se lo conté a nadie porque nunca fue necesario, las personas no se quedan mucho tiempo en mi vida como para preguntar qué estudio, o a qué me dedico… La verdad es, que jamás le di explicaciones a nadie, ni siquiera a mis padres.
Entramos a su departamento y me hizo una seña para que me siente en el sillón, ella se apoyó contra la pared y me miraba fijo.
Que haya elegido estar tan lejos para hablar me hace pensar que me tiene miedo.




####




Me apoyé contra la pared para no estar cerca de él, si sigue insinuando que estaba preocupado por mí, olvidaré la charla y me lanzaré a sus brazos, sus fuertes brazos… Jodido y encantador a la vez, veo como en cámara lenta mueve sus labios y me pierdo en mis pensamientos...

— ¿Qué quieres saber? —
— Cuéntame como empezó. — Aclaré mi garganta.
— De acuerdo… Unos días antes de cumplir quince años me largué de mi casa. Mi tío me recibió en su casa y me “aconsejó” toda mi adolescencia. Descubrió que yo tenía un gran conocimiento de informática y digamos que me convirtió en su hacker personal.
Siempre me daba un nombre y apellido y yo debía ocuparme en encontrar el resto de la información, número de documento, dirección, lugar de trabajo, teléfono, cuentas en los bancos, sus últimos movimientos…Todo.
El primer año no me di cuenta de lo que hacía, digamos que era un iluso, para mí solo era un juego, él me tenía bien engañado hasta que lo descubrí un año después. — Se pasó la mano por el pelo. — ¿Sabes lo que le dije? — Habló en un tono muy frío que me hizo estremecer. — Le dije que debía pagarme porque me había engañado todo ese tiempo, mi tío me sonrió, me felicitó y me dio la bienvenida a su negocio… Cumplí diecisiete y no quise saber más nada, jamás me importó nada ni nadie, pero quería ganar dinero de buena manera, no le acepté los últimos pagos y salí huyendo prácticamente,  me fui de España y me tomé un año para viajar por Europa, no fue difícil viajar porque ya era mayor de edad así que tenía todo listo, solo le avisé a mi madre y me fui, luego 
vine a estudiar aquí, y me instalé todo este tiempo.


Creo que terminó porque me mira esperando a que diga algo pero no sé qué decir… Que me haya confesado tan crudamente que no le importa nada ni nadie me duele, no entiendo como este chico que hasta hace unos días era tan dulce, sea tan frío.
Debo reconocer que me sorprende que se haya abierto y me haya contado algo tan personal, es el primer “secreto” que sé de él, lo peor de todo es que sé que aún hay mucho más.


— ¿A cuántas personas… — Me interrumpí. No sé si quiero saberlo.
— Consciente de lo que hacía… Solo a uno, fue el más difícil, y por alguna razón mi tío estaba obsesionado con saber información sobre el tipo, por eso tardé tanto tiempo en reunir todo, después de él, decidí dejarlo.
— Ah… ¿Y te arrepientes? — No pude evitar preguntarlo.
— Todos los jodidos días. — Respondió y le creí.
Asentí.
— ¿Ahora entiendes por qué dije que no debíamos vernos? —
— Se supone que eso también tenía que decirlo yo. —
— Es obvio que después de conocer quien soy en verdad no quieras verme…— Dijo levantándose del sillón.
— Yo nunca dije eso… Tú lo estás diciendo. —
— ¡Soy una mierda! Engañar, mentir, estafar, herir, molestar… Son las únicas palabras que conozco… Y tú eres muy buena para estar cerca de mí.
— Ya no eres así, además te arrepientes de todo eso. — Dije buscando su mirada.
— ¿Hasta cuándo? En cualquier momento mi tío puede regresar para que siga haciendo trabajos para él… —
— Le dirás que no… —
— No es tan fácil. —
— ¿Entonces? ¿Sigues con él mismo plan de que “no debemos frecuentarnos”? —
— Es lo mejor para ti… —


No le respondí, solo me crucé de brazos y miré hacia la puerta esperando a que entienda mi indirecta.
La captó al instante él beso mi mejilla y se fue.
Claramente no sabe que es lo mejor para mí, porque si él se aleja me lastima, quiero arriesgarme a esto, quiero correr a buscarlo y decirle que no me importa su pasado, sé que él se arrepintió, quiero correr hacia el inminente peligro y llenarlo de besos, abrazarlo y no soltarlo nunca.
Antes de darme cuenta estaba en la puerta del ascensor, cuando bajé noté a Lucas en la planta baja.


— ¡Lucas! — Grité y me miró abriendo mucho los ojos. — ¡Eres un egoísta, no puedes decidir qué es lo que me conviene o no!  — Grité y en un acto de adrenalina lo empujé para después abrazarlo. Parezco histérica, él me pone sensible y me vuelve loca literalmente, pero lo quiero tanto que dejo mi estúpido orgullo de lado para darle lugar a lo que siento.
— Lo siento Lene, pero… — Le tapé la boca y sonrió en mi mano, para después besar uno por uno mis dedos. Si sigue haciendo eso terminaré haciendo una escena en la planta baja de mi departamento. Aparte mi mano y me sonrió mostrando sus hoyuelos.
— Ven a dormir conmigo. — Dijo mirándome a los ojos.


No aguanté más y uní nuestras bocas, extrañaba el rico sabor de sus besos, el modo en que nuestras bocas se entienden, y como nuestras lenguas danzan como si fueran mejores amigas.
Me encontraba en punta de pie rodeando su cuello con mis brazos mientras él rodeaba mi cintura.  



— ¿Eso es un sí? — Dijo riendo.
— Mmm si. —


Esa noche dormí tranquila, feliz, al lado de Lucas Dubois, él chico que antes me había atormentado tanto tiempo, pero que ahora lucha por ser alguien mejor, lo quiero y me da miedo quererlo, pero algo me empuja a arriesgarme, no puedo ser una cobarde toda la vida.




Recordé algo que vengo pensando mucho estos días, él es todo lo que necesito, pero a su vez sé que él tiene mi corazón en sus manos, de un modo a otro, mi lado sentimental le pertenece completamente.

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